El sentido de nuestro nacimiento: Es el propósito y el sentido con el cual el individuo llega a este mundo.
A menudo son causas inconscientes para los mismos padres, que sin saberlo, traen al mundo un individuo como pieza clave para su propio árbol genealógico.
Las expectativas los deseos y las necesidades de los padres y del árbol transgeneracional recaen así sobre la persona, que aún no ha nacido, condicionando su forma de entender y de relacionarse con el mundo.
Las condiciones del embarazo, las emociones de la madre, al igual que las características del parto, nos ayudan a comprender los programas inconscientes a los que la neurociencia llama "memoria implícita".
El estado emocional de la madre afecta a la forma en la que la persona maneja sus emociones, establece los vínculos afectivos y aprenda a manejar el estrés, durante su vida adulta.
Las experiencias dolorosas en el útero materno afectan aumentando el riesgo de padecer problemas de salud mental y de regulación emocional a la larga.
Si como madres, identificamos aquellos proyectos volcados durante el periodo de gestación sobre nuestros propios hijos, podemos asumir la responsabilidad, (no culparnos), de satisfacer esas necesidades no cubiertas, incluso en nuestra propia infancia, y así liberar a nuestros hijos de expectativas y presiones de la vida.
En primera persona el trabajo es diferente, es esencial modificar nuestras creencias y nuestra posición hacia nuestros padres y hacia la vida, recuperando nuestra identidad y propósito del alma.
De no ser así viviremos en el deseo infantil de complacer a nuestros padres, y por ende, al resto de personas sacrificando así nuestras propias vivencias.
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